Escena
IV
DOÑA
INÉS, DON JUAN y BRÍGIDA
D.ª INÉS:
¿Qué es
esto? Sueño..., deliro.
D. JUAN:
¡Inés de
mi corazón!
D.ª INÉS:
¿Es
realidad lo que miro,
o es una
fascinación...?
Tenedme....
apenas respiro...
Sombra....
huye por compasión.
¡Ay de
mí...!
(Desmáyase
DOÑA INÉS y DON JUAN la sostiene. La carta de DON
JUAN queda
en el suelo abandonada por DOÑA INÉS al desmayarse.)
BRÍGIDA:
La ha
fascinado
vuestra
repentina entrada,
y el pavor
la ha trastornado.
D. JUAN:
Mejor: así
nos ha ahorrado
la mitad
de la jornada.
¡Ea! No
desperdiciemos
el tiempo
aquí en contemplarla,
si
perdernos no queremos.
En los
brazos a tomarla
voy, y
cuanto antes, ganemos
ese
claustro solitario.
BRÍGIDA:
¡Oh, vais
a sacarla así!
D. JUAN:
Necia,
¿piensas que rompí
la clausura,
temerario,
para
dejármela aquí?
Mi gente
abajo me espera:
sígueme.
BRÍGIDA:
¡Sin alma
estoy!
¡Ay! Este
hombre es una fiera;
nada le
ataja ni altera...
Sí, sí; a su sombra me voy.
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