Una noche de
Halloween en New York, un grupo de amigas estaba haciendo una fiesta de
pijamas. La noche era fría y oscura, estaban solas en la casa; en la calle no
había ni un alma debido al frío. Solas, en aquella gran casa... empezaron a
contar leyendas a oscuras, Paula, la mayor de todas y Deisy, su mejor amiga, no
creían aquella "leyenda", simplemente se les hacía la tonta idea de
que era mentira. Cuando todas se durmieron, Paula y Deisy seguían despiertas.
-Bueno... ¿por
qué no? -respondió Deisy.
Las dos fueron al
baño, apagaron las luces y repitieron nueve veces seguidas "Verónica"
pero no pasaba nada. Al cabo de un rato lo intentaron de nuevo y por sorpresa
Sara vio como le cambiaba el rostro a Deisy, los ojos se le hacían cada vez tan
grandes que ni siquiera podía ver su reflejo. De repente, Sara observó algo
extraño al lado de su amiga, como un espíritu que brillaba y entonces el espejo
empezó a empañarse. Cuando vio al espíritu acercarse a su amiga, ésta se
acercaba a ella sintiendo escalofríos. No pudieron aguantar más y encendieron
las luces. Deisy, asustada, se fue a su casa.
Al día siguiente
se lo contaron a sus amigas y como es natural, dudaron de ellas, aun así
insistieron y las retaron a que hicieran la invocación. Por fin aceptaron.
Invocaron a Verónica y apareció de nuevo en el espejo, pero lo peor de todo es
que Deisy empezó a gritar echándole la culpa a Sara:
-Ya déjame, no me
rasguñes. ¡Ahhh!
Ella pensaba que
fue Sara, pero ella no hizo nada. Al salir del baño todas quedaron sorprendidas
por lo que habían visto y por los arañazos de la cara de Deisy.
Sara se sentía
muy culpable, por su culpa había pasado todo eso...
Dafne Sánchez Betancourt, 2ºB
la historia esta muy bien te mantiene en suspense constantemente.
ResponderEliminarSe la contare a mis amigos en hallowen para meterles miedo.UHUUUH!!!!!